Nuestra percepción del progreso

Hay un profesor en la facultad de psicología de la universidad de Granada (UGR para los que son cool) que se adapta de maravilla a los cambios en la educación. En realidad, hay muchos, pero hoy hablaré sólo de él.

La educación universitaria se está intentando adaptar a los tiempos que corren, sin mucho éxito (al menos por ahora y por estas latitudes), pero al menos lo está intentando. La idea es llegar a un trato personal con el alumno, motivarle, implicarle y conseguir que el alumno profundice en la temática casi por propia voluntad. La ida está bien, incluso hay quienes lo consiguen, pero también existen docentes que no sólo no lo consiguen, sino que no lo intentan; los hay que entienden ese acercamiento como encomendar al alumnado la tarea de profundizar en un tema que no aparece en el temario por más que uno lo busque (innovación) con la única ayuda de cinco o seis referencias bibliográficas que están redactadas en un idioma que, generalmente, el alumno desconoce (esto es otro tema). El premio, en el mejor de los casos es la obtención de dos puntos de la nota final de la asignatura (para conseguir la motivación del alumno).

No contento con el esfuerzo realizado por el profesor para conseguir este plan de trabajo, se condiciona la obtención de la nota a una exposición en clase del tema trabajado (adquisición de nuevas competencias). Hasta aquí, todo bien; el problema viene cuando el profesor en cuestión aprovecha las faltas cometidas durante la exposición o la elaboración del trabajo para convertir la clase en un espectáculo de humillación pública ante los compañeros del/a afectada/o.

A mi me daría vergüenza criticar el estilo de escritura científica de un/a alumna/o cuando no reciben ningún tipo de formación al respecto; me daría vergüenza usar las faltas de mis alumnos para reafirmarme en mi posición; me daría vergüenza criticar la exposición de mis alumnos cuando mi estilo de narración es pésimo; me daría vergüenza criticar la falta de recursos de mis alumnos cuando yo llevo cuarenta años usando los mismos, pero claro, eso es porque yo tengo vergüenza.

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